La carrera por la IA

Escribe Enrique Carrier sobre cómo la carrera por la IA está redefiniendo el mapa geopolítico y económico global

Artículo publicado por Enrique Carrier en Comentarios.info

El uso masivo de plataformas como ChatGPT, Gemini, Perplexity o Claude (entre otras) muestra que estamos entrando en una nueva era. Pero esto recién empieza. Y como ya nadie duda de la importancia estratégica de la IA a nivel global, se ha desatado una carrera que ya no se libra únicamente en las plataformas sino también, y tan importante como eso, en la infraestructura que las hace posibles.

Aunque está instalada la idea de que los datos son el petróleo del siglo XXI, se trata de una realidad a medias. Porque el verdadero poder no está únicamente en los datos per se sino en la capacidad de cómputo para procesarlos. Es por ello que los data centers constituyen la verdadera columna vertebral de la IA, por lo que su desarrollo se ha convertido en una competencia global.

Hoy Estados Unidos lidera con claridad: concentra casi la mitad de los data centers del mundo. Ya hace un año, contaba con 5.381 data centers sobre un total de 11.800 a nivel global, equivalente al 45,6%. Pero además, las grandes tecnológicas han invertido tanto en centros de datos en 2025 que su gasto contribuye ahora más al crecimiento económico de Estados Unidos que el gasto de los consumidores, considerado durante mucho tiempo el motor económico del país. Algunas estimaciones indican que, en el último año, un 40% del crecimiento del PBI de los EEUU provino del gasto en IA, compuesto por chips, data centers, actualizaciones de la red eléctrica y la propiedad intelectual que hay detrás de los modelos generativos. No obstante, el ritmo de inversión en esta materia no se detiene. Amazon, Alphabet, Microsoft y Meta tienen previsto invertir hasta un total de US$ 364.000 millones en sus respectivos ejercicios fiscales de 2025, impulsados por sus inversiones en IA. Cifras astronómicas que muestran la magnitud de la apuesta.

Pese a que la ventaja de Estados Unidos es enorme, algunos de los países del Golfo (principalmente Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) avanzan como nuevos jugadores, construyendo una infraestructura de inteligencia artificial a una velocidad vertiginosa, impulsados por la abundancia de energía, el capital estratégico y la ambición geopolítica. Tres factores clave. Arabia Saudita ya cuenta con 33 data centers y tiene 42 más en desarrollo para un mercado que se prevé que se triplique en 5 años. Los EAU la siguen, con un agresivo plan de inversiones asociado con empresas de los EEUU.

Lo esperable hubiera sido que China estuviera más cerca de los EEUU. Sin embargo en esta materia se siente el impacto de las restricciones de acceso a los chips de última generación que dificultan el desarrollo de su infraestructura de IA. Es por esto que China invierte fuertemente en su propia industria de semiconductores y en modelos de IA locales.

Claro que este crecimiento acelerado de la infraestructura para IA necesita de algo más que data centers: energía. Esto resulta palpable cuando, según cálculos de la industria, se estima que una consulta promedio a la IA requiere de aproximadamente diez veces más capacidad de procesamiento (y por lo tanto, de energía) que una búsqueda en Google. Por lo tanto, esta demanda exorbitante debe ser satisfecha con una mayor producción de energía. Pero, al igual que los data centers, el crecimiento de la oferta no es inmediato. En el ínterin, a mayor demanda, mayores precios. Esa es la explicación detrás del aumento del 10% de la factura eléctrica media en los EEUU, que se atribuye, al menos parcialmente, a la demanda adicional generada por los data centers de IA.

Y aquí se abre una ventana de oportunidad para Argentina. El auge de la IA no demanda sólo chips y data centers sino también energía limpia, escalable y confiable. En ese contexto entran en juego los reactores modulares pequeños (SMR), una tecnología nuclear compacta que puede alimentar directamente un data center. Argentina tiene décadas de experiencia en el sector nuclear y, gracias a este know how, podría transformarse en proveedor de esta tecnología. No para competir en cantidad de data centers, sino para abastecer la competencia global con una pieza clave. Como en toda fiebre del oro, no solo ganan quienes extraen el metal, sino también quienes proveen las herramientas para su extracción. Argentina deberá demostrar que es capaz de capitalizarla, más allá de los anuncios.

En definitiva, la carrera por la IA está redefiniendo el mapa geopolítico y económico global. Estados Unidos consolida su liderazgo, el Golfo emerge como nuevo polo y China busca su propio camino. El resto del mundo debe encontrar su lugar en esta nueva economía digital. La infraestructura de datos y energía se convierte así en el nuevo campo de batalla estratégico del siglo XXI. Para países como Argentina, el desafío será demostrar que puede capitalizarla y no quedarse sólo en los anuncios. La historia nos enseña que en toda revolución tecnológica hay múltiples formas de participar y beneficiarse. La clave está en actuar con rapidez y visión, antes de que se consoliden definitivamente las nuevas jerarquías globales.

(*) Enrique Carrier: Analista de mercado especializado en Internet, informática y telecomunicaciones, con más de 20 años de experiencia en el sector tecnológico. Además, es el editor de “Comentarios”, el newsletter semanal y blog de Carrier y Asociados